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La psiquiatra Marián Rojas-Estapé: «El 90% de las cosas que nos preocupan, jamás suceden»

Marián Rojas-Estapé es la médico psiquiatra más top del momento. Sus dos libros publicados, Cómo hacer que te pasen cosas buenas, (Espasa, 2018) y Encuentra tu persona vitamina (Espasa, 2021) se han convertido en un gran fenómeno editorial. Además, lidera la lista de podcast más escuchados en Spotify, por no hablar de los datos de su canal de YouTube y de Instagram.

Cuando hablas con ella llegas a entenderlo. Su voz calmada y la cantidad de datos que aporta en cada respuesta, dan una pista de la profundidad a la que ha llegado en sus investigaciones y proyectos para resolver los conflictos de sus pacientes en particular, y de las relaciones humanas en general.

Defiende la doctora Rojas-Estapé que una gran parte de la población padecemos ‘intoxicación de cortisol’ y esto provoca dolencias en todo nuestro cuerpo. 

«El cortisol es la hormona del estrés que se activa en nuestro organismo ante los momentos de miedo, cuando sentimos que nuestra supervivencia está en juego y en momentos de alerta. Pero la clave de esto, es entender que el cortisol es una hormona que se activa tanto ante las cosas reales que nos suceden, como ante los estados de alerta que se producen en nuestra mente, ante las preocupaciones, las cosas que interpretamos como peligrosas, los miedos del futuro, los fantasmas del pasado, es decir, nuestra mente y nuestro cuerpo no distinguen lo real de lo imaginario», asegura Marián.

Y continúa: «Éste es un mensaje muy importante y potente que estoy intentando transmitir y compartir en los últimos años. El 90% de las cosas que nos preocupan, jamás suceden. Y entonces llegamos a lo que yo denomino de forma coloquial ‘estados de intoxicación de cortisol’, en los que esta hormona está demasiado alta y tiene su reflejo en diferentes partes de nuestro cuerpo».

«Entonces esta intoxicación de cortisol genera cambios a diferentes niveles: a nivel físico, a nivel psicológico y a nivel de conducta. A nivel físico ocurre desde pérdida de pelo, hasta cambios en la pato gastrointestinal, interacción con otras hormonas, sensación de presión en el pecho, falta de aire, repercusión en la piel… A nivel psicológico, produce estados de irritabilidad, de miedo, de interpretación de forma negativa de todo aquello que nos sucede. Incluso problemas de sueño, estados de tristeza mantenidos y finalmente, nos lleva al aislamiento», afirma.

«La pandemia fue un momento de intoxicación de cortisol a lo bestia, es decir, noticias constantes sobre muerte, enfermedad, aislamiento, incertidumbre y muchas veces alejados de las personas que nos sanan o que nos curan. Ha sido un momento muy complicado de gestionar, ya que constantemente teníamos un cúmulo de información negativa», concluye.

¿Cómo podemos acabar con el cortisol?

Es que no hay que acabar con el cortisol. El cortisol es una hormona cíclica, tiene que ser bajita por la noche para que se active la melatonina y podamos entrar en el sueño. Y luego, ya durante la noche va subiendo hasta las ocho, que tiene su pico más alto. Lo suyo, es conseguir un estado de equilibrio, pero es muy difícil porque estamos constantemente en movimiento, y nos suceden cosas.

Para mí la clave, si tuviera que decir desde un punto de vista psicológico, está en aprender a disfrutar de lo bueno que nos pasa y aprender a gestionar lo malo. Es decir, tener una correcta interpretación de las cosas que nos suceden muchas veces por nuestras heridas, por nuestro estado de alerta constante, por nuestros miedos, por nuestros fantasmas…

Somos incapaces de interpretar la realidad de forma adecuada. Nos cuesta relativizar, nos cuesta ver en las cosas que nos pasan, el valor que realmente tienen. Vivimos magnificando todo aquello que nos sucede e interpretamos ataques, sensaciones, todo en nuestra contra.

Por otro lado, a nivel fisiológico, deberíamos intentar que nuestro organismo viva de la forma más sana posible, conectando de forma adecuada con sus emociones. Si nosotros vivimos intoxicados de preocupaciones, con pensamientos negativos, con una voz interior que nos machaca, con una herida que no nos deja en paz, con un miedo que nos bloquea, pues todo eso tiene un impacto en nuestra salud. Y entonces nos inflamamos.

Los estados de estrés mantenidos, los estados de intoxicación por cortisol, nos inflaman con inflamación de bajo grado, pero que está presente en el 80-90% de las enfermedades crónicas, y que altera por supuesto, la microbiota, altera la piel, altera las hormonas y tiene alteraciones a nivel celular de forma muy potente.

Para acabar con el cortisol, hay que entender cómo funciona mi organismo, cómo funciona el cortisol, cómo funciono yo ante el modo alerta, lo que yo denomino el ‘esquema de personalidad’. Yo soy una persona de esta manera y ante el estrés, ante el miedo, ante el cortisol, me transformo en esta otra.

La persona obsesiva ante el estrés se convierte en una persona súper rumiantica. La persona impulsiva ante el estrés, puede tener picos de agresividad. La persona sensible ante el estrés se convierte en vulnerable y somatiza en el cuerpo o en la mente.

Y la clave es entender qué me sube el cortisol para aprender a gestionarlo, sabiendo que puede subir el cortisol algo del pasado, del presente o algo del futuro. Puede ser un pensamiento, un recuerdo, una persona, una herida, un bloqueo…

¿Qué nos puede ayudar a regular el cortisol?

El deporte que produce una sustancia que se llama BDNF (Factor neurotrófico derivado del cerebro) que se activa cuando hacemos ejercicio y potencia el sistema inmune, disminuye la inflamación, ayuda a regenerar mejores conexiones neuronales y tiene un efecto antidepresivo en el cerebro.

Otra cosa que ayuda, es educar mi voz interior. También aprender a gestionar las personas de mi entorno, el tipo de comida que inflama, que estresa, y que potencia. Frenar el consumo de estimulantes, drogas y cafés, regular el sueño, etc. 

¿Nuestro cerebro se ha convertido en nuestro mayor enemigo?

Tenemos enemigos muy potentes, de repente aparece un Putin o de repente un terremoto o de repente un virus. Es decir, hay grandes enemigos o grandes peligros en el mundo del siglo XXI. Pero efectivamente, todo depende de como yo interpreto esos miedos. Es decir, hay personas que viven constantemente con miedo, sea a un bicho, a la pandemia, a enfermarse, a perder el trabajo, a que a su hijo le suceda algo…

El tema es a pesar de vivir en un mundo incierto, volátil, constantemente cambiando, aprender a disfrutar de lo bueno que nos sucede cada día y como decía al principio, gestionar lo malo.

Si el cerebro se convierte en mi aliado, soy una persona con capacidad para sobrellevar lo negativo que me pueda pasar, tego un cerebro fuerte, con voluntad, con una corteza prefrontal potente que sabe posponer la recompensa, que sabe prestar atención, que sabe gestionar sus impulsos y sus emociones. Una persona que tiene empatía, que sabe conectar de forma sana con las emociones de los demás, estamos ante una persona que tiene bien ‘construido’ su cerebro. Es una persona que va a gestionar mejor lo malo que le suceda en la vida.